lunes, 13 de junio de 2011

Muerte de un desconocido.

Alguien dejó de respirar. Y yo no puedo dormir. No hay relación causal ni de ninguna otra naturaleza en esto, pero el pensamiento se me ha, si no avivado, inquietado de una manera inusual. Hace muy poco recibí las noticias de que murió brutalmente atropellado el amigo de un amigo. Es decir, potencialmente un amigo mío también, a quien nunca conocí, a quien nunca conoceré. Un joven creador cuyos pecados probablemente no había confesado antes del fatídico incidente. Una persona que quizá estaba destinada a un millón de cosas extraordinarias. Alguien que trastocó la vida de algunos, iluminó la de otros y exaltó la de algún tercero. No sé a qué lugar su consciencia se dirije. No sé cuál habrá sido su último pensamiento. ¿Habrá la inmediatez de su muerte impedido que una fugaz imagen se haya cruzado por su cabeza? ¿Fue el impacto con el pavimento más rápido que la sinapsis de su pensamiento? La realidad viscosa ha tocado la puerta de una masa entera de familiares, amigos y, tal vez, enemigos que ven sus vidas interrumpidas por el sangriento hecho. La rutina se parte en mil añicos y se disuelve en un grito con trazos impresionistas que en este preciso instante resuena en los oídos, en los cabellos, en las retinas y en el completo ser de quienes lo amaban. Como el grito de una bestia poderosa y desesperada por destrozar vidas inocentes y culpables, no le importa. La muerte es ciega, pero cuando acesta su golpe no hay lugar para esperanzas. No hay hasta la fecha nadie que haya vuelto del más allá a darnos cuenta del estilo de muerte que se lleva en esas latitudes metafísicas. Y la egomanía me sugiere, en medio de toda la conmoción de mis amigos y el llanto de sus cercanos... ¿no es triste el hecho de que tú sigas normalmente con tu vida? ¿No es patético y absurdo el hecho de que mañana mismo a esta hora estés recurriendo a las mismas pornografías modernas para evadirte, malgastarte, vomitarte y finalmente compadecerte? ¿O acaso no es lo más lógico? El que ha muerto fue el amigo de mi amigo... no lo echarás de menos. Pero ¿no cambiará mi vida en algún microscópico grado de ahora en adelante? No. No hay forma poética ni intelectualmente armoniosa más perfecta para expresarlo que ésta: nacemos, vivimos, morimos. Unos antes que otros.

Un link que me abre una ventana a la tragedia máxima. Un pésame por facebook. Una nausea incontenible. Y mirando de soslayo un miedo grotesco de que la próxima noticia contenga el nombre de mis seres amados...

miércoles, 25 de mayo de 2011

A la memoria de una posesión material...

Pareciera que fue sólo ayer
Que en tu interior resonaban
Felices cuales pardillos
Las monedas que yo te echaba.

Por un descuido fatal
Por imperfección humana
Toda elegía es vana
Hoy yaces ahí putrefacta

Adiós querida bolsa de monedas...

miércoles, 4 de mayo de 2011

A una diosa que pasó a ser mujer y hoy no es nadie...

DESVELO XIV

¿Cuál de todos estos versos
Será de tus ojos digno?
No los mires, no los leas
Aún nonatos, los omito
Pues son breves en palabras
Y no hablan como el viento
Y de cuajo se han cortado
Y se quiebran cuando tiemblo.


Será porque reina el frío
O el desear yo ser tu manto
Me recorre de uña a pelo
Por ti, niña, este quebranto.


Yo soy simplemente humano
Y las cosas simples tiemblan
Si las rozas con tus manos
Y las miras con tus perlas
Por eso en este desvelo
Como en tantos otros, tantos
Te idolatro, letra a letra
Y me mato, llanto a llanto.

domingo, 10 de abril de 2011

Si Roland Barthes pudo hacerlo yo también:

::: Me gusta, no me gusta. :::

>Me gusta, no me gusta: esto en verdad no es de ninguna relevancia para nadie;
es absurdo al parecer. Y, empero, esto quiere decir: mi mente no es igual a la tuya.

Me gusta la música. No me gusta mi voz.
Sin embargo, me gustan más que nada las cosas quietas y calladas (me gustan las estatuas).
Me gusta lo arcaico, las casonas derruidas que el tiempo devora y mutila.
No me gusta el celular. No me gustan los autos. Me gustan los viajes largos en bus, en donde tu vida se ve de repente suspendida.
Me gusta asimismo caminar, a paso rápido, escuchando alguna canción que se adapte a mi ritmo. Me gusta hacerlo especialmente durante el otoño, que es cuando las calles se ven cubiertas por esa deliciosa alfombra.
No me gustan las personas pretensiosas. No me gustan los que dan cátedra en lo que no son expertos.
Me gustan las voces femeninas. Detesto la mía.
No me gustan las masas. Aborrezco los malls.
Me gustan los días en que ando inspirado. Me gusta aprender. Me gusta que los demás aprendan.
No me gusta improvisar un discurso en una celebración. Me gusta la cerveza más que el ron. Me gusta el idioma alemán.
Aún no sé... si me gusta la vida. Me gustan las vidas ficticias. Animé y literatura.
No me gusta pensar en el futuro. No me gusta...
Me gustan las repeticiones. Me gustan las repeticiones.
Me gusta lo lindo. No me gusta MTV.
No me gusta decir lo que pienso, sobre todo si me veo obligado a hacerlo.
Me gusta el pragmatismo. Me gustan las personas pragmáticas.
Me gustan las mujeres. Me gustan exageradamente las mujeres que se ven bien con lentes.
Me gusta buscar palabras al azar en un diccionario. Me gusta la psicología, pero no el psicoanálisis.
Me gusta ser joven. Me gustaría ser viejo. Pero tampoco quiero vivir tanto tiempo.
Odio la farándula, pero me gustan los traseros de las modelos.

Amo a mi mamá, pero me fastidian los mamones.
Me gustan las listas.

Aquí comienza el abuso, que obliga al otro a soportarme con mis gustos y disgustos, a permanecer callado y amable ante goces o rechazos que no comparte. (Una mosca me molesta y la mato: uno mata lo que le molesta. Si no hubiese matado la mosca, habría sido por puro liberalismo: soy liberal para no ser un asesino).