miércoles, 31 de diciembre de 2008

Muerte del siniestro.



31 de Diciembre.



Hoy sucumbe el año siniestro, se va doliente, cansado, impotente. Se va como alondra que emigra, como pez que muere y en silencio se hunde en la profundidad cavernosa del olvido. Hoy muere algún político, con sus promesas, historias, premisas y agobios; pero a quién le importa…


Hoy pereció el amor dormido, parece que lo mataron a sangre fría. Seco, amarrado, iracundo de envidia, exhaló su último suspiro esperando de día. Fueron a verlo optimistas, la muerte, la lluvia, palabras, cenizas… pero ya en la noche sólo el opio le brindó compañía. E hizo de los primeros rayos de la alborada su mortaja.

Volaron furiosos corchos de champaña y petardos, hubo risas, abrazos, buenos deseos y arrumacos. Los desposeídos se retiran resignados para ver cómo los otros (y no ellos) comen extasiados. Comen, bailan, braman. Nadie esconde la pompa. Los bicharracos salen a hacer rondas…

Y así murió el año asesinado por la implacable daga del tiempo o que se yo; ya no importan los culpables, ni la muerte, ni el clamor. A estas alturas ya he entendido que la vida es así, y aunque me niegue a entenderla no podré escapar de su beso nefasto.