jueves, 31 de diciembre de 2009

2010


         Y pasó el 2009 dejándonos un enigma en nuestras mentes, las ideas de renovación en política y los balances de siempre. La espera tediosa pero refrescante en casa, mantel rojo, carne asada y un hiperventilado gritando estupideces eufóricamente por la Tv. El conteo, los abrazos, los fuegos artificiales desde el cerro. La reflexión solitaria en medio del griterío y el tumulto. La conciencia de estar vivo. Pasó el año y finalmente todo vuelve a ser claro. No más preguntas retóricas ni velos. Me siento como en la cima de la montaña desde la cual rodará mi roca de Sísifo para tener que ir a buscarla nuevamente. Y en ese rodar, en esa contemplación cíclica y meditabunda de mí mismo, me incinero, ceniza a ceniza, pero mi último hálito de vida  se encarga de reconstruirme, átomos, moléculas, carne y hueso. Y Mefistófeles me sonríe muy simpáticamente desde un rincón, pero sabe que no tomaré su demoníaca oferta. No aún. No mientras me siga resignando a no tener lo prohibido.