sábado, 28 de febrero de 2009

Marzo…





Se me agotó el tiempo. También la inspiración. Como imágenes cinematográficas pasan por mi mente los momentos felices en que descargué todo mi agobio y cansancio. Encuentros cercanos, pensamientos sombríos, palabras escritas o digeridas; miradas pasajeras, roces casi íntimos y una que otra lección se aglomeran en mi mente dando paso a un enternecedor vacío. El vacío que precede a la gran explosión especulativa y consecuente presión psicológica que corresponde a esta etapa.

Me explico. La realidad es, oh hermanos, que llegó el más temido de todos los meses, por no decir el más odiado, en una de las edades más críticas y hermosas por las que pasaré. Trato de conservar todos los consejos e instrucciones que se me han dado estos últimos 18 años de supervivencia. Reflejarlos es tarea difícil, pero no exenta de satisfacción. De un momento a otro me doy cuenta de que sin querer he estado esperando esto durante toda mi vida. Cada pálpito, respiro y pestañeo confluye hoy en una sola dirección forzosa y es como si todas mis capacidades y empeños se vieran recompensados y, contradictoriamente, castigados por las circunstancias actuales.

Es así como se cumple una ley fundamental que dicta que todo orden y ser corpóreo o amorfo, material o etéreo, carnal o espiritual, debe tomar conciente o no de ello un nuevo sentido y rumbo, es decir, cambiar. Y ya sea por la estructura formal que adoptan ciertos órdenes establecidos por la sociedad moderna o por simple corazonada que me invade, digo que hoy se desencadena en mí un cambio de magnitudes y alcances vitalmente trascendentales. Significativos no sólo para mí, sino también para una gran cantidad de gente que confía toda en que mis logros serán mayores que mis expectativas. Y este cambio tremendo, casi brutal, ¿en qué se manifiesta concretamente? Pues en un viaje físico y moral: hoy parto con mis pilchas a Concepción a recibir educación superior. Al fin llegó el día tan soñado e insospechado por mi mente infantil y otrora ocupada en fantasías y canciones trovadorescas. Hoy muere parte caduca de mí y al mismo tiempo renazco jovial y curioso a un mundo que sin duda no cuenta con las mismas protecciones y barreras de la educación básica y media. Soy así, sepulturero y obstreta de mi propio ser. Estoy justo en medio de un proceso de principios y finales imprecisos cuyo desenlace será la formación de un adulto hecho y derecho. Y aun estando al tanto y muy bien enterado de la evolución que estoy experimentando, apenas puedo creerlo. Sería un arrogante si no tuviera miedo. Miedo, nervios, expectación y locura comparten un lugar igualitario en mi alma hoy.

Y pienso… ¿cuánta creación artística he dejado de apreciar y crear? ¿Cuántos amores lunáticos e inocentes me he negado por el afán de esperar? ¿A cuántas cosas he perdido el miedo y a cuáles temo más? La caricia de una sensación melancólica me seduce a rememorar los segundos en que experimenté encandilado el sentimiento amoroso correspondido, seguido de abrupta clausura y total abandono. Los restos de ese amor despojado que me impulsaron a cometer acciones de desahogo muy poco naturales en mí, llegando a corromperme por completo, envileciendo la raíz de mi lozanía, convirtiéndome en un anacoreta de mí mismo... ¡cuántas risas y recuerdos hermosos se perdieron ahogados en un grito de catarsis y delirio explosivos! Delatores. Y luego opino acerca de la humanidad... ¡yo, que tan poco sé de ella! De la vida, del amor, del misticismo y la ciencia… ¿cuál es mi competencia frente a tan complejísimas materias? Espero vivir suficiente como para comprenderlas, pero no así tanto como para desilusionarme de ellas. Cuánto tiempo perdido en el ocio hueco y absurdo…. ¡cuánta alegría!

No quiero crecer ni seguir siendo un pendejo... tampoco me decido entre materialismo y metafísica…y a todo esto se suma el hecho de que mis acciones se dividen entre totalmente indignas, viciosas y completamente sanas e ideológicas. Mis cuestionamientos van en caída libre y el Ello de Freud se ríe de mí.Así he vivido estos 18 años, tal vez sin notarlo durante mi infancia feliz. Vivo permanentemente contradiciendo mi yo interior. Y ahora hay cambios de tan amplias consecuencias. El futuro se muestra cargado de situaciones y vaivenes, circunstancias y aspectos, relaciones y afectos, todo junto en una metafórica ensalada. Supongo que los demás que considero mis amigos están pasando por algo similar… y se dirán: llegó al fin Marzo...

Esto es lo último que escribo antes de que pase quizá que cosa… y no puedo evitar decir… que el mundo se apiade de nosotros...